A 35 años
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La UAQamaya pone sus ojos en eventos académicos, políticos y sociales que suceden en la Facultad de Psicología de la UAQ, y la Universidad. Información sobre especialidades, servicio social, prácticas, historia, entrevistas, eventos, humor y variedad.
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La reacción de las clases políticas ante la propuesta de introducir en el país elementos de la democracia participativa es prueba flagrante de su obsolescencia.
Hay razones de peso para mantener el debate sobre los procedimientos democráticos. En 2000 los mexicanos creyeron haber logrado al fin un sistema electoral eficaz, a prueba de fraudes. Bastó la siguiente elección presidencial para desmantelar esa ilusión. Aunque el sistema de partido único quedó claramente atrás, sabemos ahora que no contamos con un sistema electoral confiable y que necesitamos luchar por él.
Ese empeño corre paralelo al creciente interés por los instrumentos de la democracia “directa” o “participativa”.
Se multiplican los intentos por legalizar la “iniciativa popular”: que grupos de ciudadanos puedan impulsar directamente reformas legales.
Se impulsan las prácticas del referendo y el plebiscito, habituales ya en muchos países, para que los ciudadanos ratifiquen o rectifiquen decisiones de los gobiernos y nuevos marcos legales.
La revocación del mandato de funcionarios electos, que ahora es piedra de escándalo, despierta hace tiempo inmenso interés. Oaxaqueños y poblanos rechazaron mayoritariamente a sus gobernantes, pero carecieron de los mecanismos legales y políticos para sustituirlos.
Transparencia y rendición de cuentas son ya reivindicaciones populares.
El presupuesto participativo es acaso el instrumento democrático que más brilla por su ausencia. La gente está harta de la corrupción e insensatez de obras y programas públicos y se interesa en participar directamente en la asignación de los recursos y la concepción de las acciones. “Ni una obra más sin consulta ciudadana” es un lema que empieza a generalizarse.
El hecho de que parezca sumamente difícil, si no imposible, satisfacer estas modestas reivindicaciones democráticas en las condiciones actuales del país muestra la naturaleza del desafío actual. Finalmente, en el momento en que la democracia aparece como ideal deseable, popular y compartido, en México y en casi todo el mundo, se revela como una estructura de dominación y control, en manos de clases políticas en descomposición.
Desde la Política de Aristóteles la idea democrática circuló por el mundo… y por 2000 años fue vista por una mayoría de personas razonables como una forma corrupta e indeseable de gobierno. Burke expresó consenso general al señalar que una democracia perfecta sería lo más vergonzoso del mundo. A pesar de ese consenso, la democracia empezó a acreditarse como forma de gobierno a partir del siglo XIX. La conciencia de sus graves fallas llevó a adoptarla con la actitud avergonzada que se atribuye a Churchill: es el peor de los regímenes posibles… a excepción de todos los demás.
En la actualidad, nadie se atrevería a sostener seriamente que en cualquiera de las sociedades democráticas la mayoría de la población controla a los gobernantes. En Estados Unidos, el modelo autoproclamado de democracia, esa mayoría ha desistido de conseguirlo. Sabe que una minoría decide los resultados de las elecciones (apenas la cuarta parte de la población elige a los presidentes) y que esa minoría no controla las decisiones.
Cuando la discusión llega a este punto, se detiene. No parece haber opción. Seguimos atrapados en la premisa que en 1820 formuló Hegel: el pueblo no puede gobernarse a sí mismo. Como alguien debe gobernarlo, el debate político se reduce a concebir los mejores procedimientos para determinar quién gobierna y cómo lo hace.
La lucha política, tradicionalmente confinada a la disputa entre quienes aspiran al gobierno, incluye cada vez más reivindicaciones ciudadanas de participación. Aunque representan un avance evidente, al reducir el ámbito de la arbitrariedad en el gobierno y ampliar la intervención ciudadana, no logran desgarrar el principio de representación, por el que se concentra el poder en unos cuantos,que son antidemocráticamente definidos en el seno de partidos que carecen de mecanismos democráticos eficaces.
Todo esto se agrava por el hecho de que los supuestos representantes ejercen sus facultades en el contexto del Estado-nación, que pone en sus manos el monopolio de la violencia legítima y hace posible que la ejerzan contra sus representados, como ocurre cotidianamente en todos los países del mundo.
Poco a poco, sin embargo, desde ciudadanos cada vez más lúcidos y desencantados, se descubre la opción. Frente a la premisa de Hegel se levanta la convicción de que los pueblos pueden gobernarse a sí mismos cuando cuentan con cuerpos políticos apropiados, como los que poseen muchos pueblos indios y han construido ejemplarmente los zapatistas. Se forma así una nueva esperanza radical para una transformación profunda de la sociedad, que no necesita encerrarse en el callejón sin salida de la democracia formal.
Tanto va el cántaro al agua…
Opiniones a contracorriente y bajo ataque de una lengua imberbe[i]
No sé si es casualidad o coincidencia (prefiero que haya sido eso, y no algo propositivo), pero este fin de semana dos carros se me cerraron al grado de casi hacerme chocar en mi moto “Marley” (que todavía no es mía, pues aún no la acabo de pagar). Se me cerraron en la noche, sin tráfico ni motivo aparente, y uno de ellos se detuvo unos metros más adelante para ver que me había pasado, arrancándose después a gran velocidad. He recibido increpaciones y empujones por parte de algunas personas, (en fiestas, donde el alcohol estaba presente y siendo a él a quien se le puede culpar) por mis posturas políticas y comentarios ante la situación de la Facultad de Psicología.
Mis correos de “La sincronizada” y “el perrito llamado resistol” me han hecho ganarme varios correos con despectivos apodos (porro, grillo y chismoso, entre los más livianos, pasando incluso por alusiones al fascismo), así como ataques incluso a mi práctica profesional y social. El cantarito terminó por romperse. En estas épocas en las que trabajar de manera autónoma es de las pocas opciones que tiene el psicólogo con una formación profesional coherente con la necesidad social, alejados de la charlatanería, la mentira, las ciencias ocultas y lo mágico y místico de algunos corrientes psicológicas e, incluso tabúes sociales y prácticas adivinatorias, me hacen pensar en que, como dicen los acérrimos críticos, mi lugar ya no es la escuela ni los procesos sociales y democráticos que se viven ahí, desde mi condición de egresado, debo de cuidar mi integridad, no sólo la física, sino también la profesional.
El hacer circular la información, brindar mis puntos de vista, apoyo y solidaridad a quien lo ha pedido, han sido mi más grande desventaja (y mayor placer, en muchas ocasiones) en los movimientos en los que he participado. Sin embargo, hoy, a mis 28 años, dudo de estar en lo correcto al hacerlo. He escrito dos pequeñas reflexiones que much@s de ustedes leyeron y re-enviaron, espero para su análisis, y no para el adoctrinamiento (como algunos piensan que están siendo usados); además, hice el reenvío de una petición realizada por una Consejera Académica, donde se incluía una grabación de origen anónimo (OJO: el origen es el anónimo, es decir, no se sabe quién la grabó ni quien la mandó, lo que si se sabe es quienes son los actores principales y el discurso que propaga). Me sentí, lamentablemente, como cronista o periodista de una Facultad que ya no es mía. ¿O lo sigue siendo?
Contesté una de estas misivas tras una reflexión (después de sacudirme el miedo) en el que decía que me importa mi Facultad, pues es mi alma mater, mi casa de estudios, aquella que ostenta su emblema en mi título que me permite ejercer esto de la psicología, y pase lo que pase en esa casa de estudios, indudablemente, se verá reflejado en mi título. Cuando la UNAM se fue a huelga durante un período laaaargo, lamentablemente en muchas empresas dejaron de contratar gente egresada de esa casa de estudios, basándose no en sus capacidades personales, sino en el “linaje” académico que tenían. Entonces sí, me corresponde luchar por la mejora de esta, mi casa hogar, a la que espero un día regresar para hacer estudios de posgrado.
Hoy dejo de mandar FWD’s y cadenas de información a los correos pues, estos, aunque públicos, son privados. Dejaré de llenar sus Bandejas de entradas con la información que creo pertinente que conozcan como colegas, esperando la conozcan por propia cuenta. Sin embargo, me queda resonando una frase que dice más o menos:
“Cuando los nazis vinieron por los comunistas me quedé callado; yo no era comunista.
Cuando encerraron a los socialdemócratas permanecí en silencio; yo no era socialdemócrata.
Cuando llegaron por los sindicalistas no dije nada; yo no era sindicalista.
Cuando vinieron por los judíos No pronuncié palabra; yo no era judío.
Cuando vinieron por mí no quedaba nadie para decir algo.”[ii]
Quedan muchas cosas por decir y, afortunadamente, mucha gente a la cual decirla. Pero decírsela a la gente que no quiere oírla, es lo mismo que gritar a un sordo: pueden ver el movimiento, tal vez hasta los ademanes, incluso leer los labios, pero no entienden la complejidad de lo que se está diciendo; hasta que les hablamos en su misma lengua. Es por esto que me retiro al espacio de http://lauaqmaya.blogspot.com, un sitio creado hace dos años para tratar de homologar ciertos símbolos y referentes, como lo son la crítica, la reflexión, pero sobre todo la propuesta.
Ofrezco una disculpa a aquellas personas que he importunado de manera ignorante y ciega con mis correos que alejados de sus intereses (a mi me molestan de sobremanera las Cadenas de mails con música tierna y mensajes rosas que se basan más en lo actitudinal que en lo caracterológico) y una oportunidad e invitación a quienes les interese seguir compartiendo el tema (no únicamente de la Facultad, sino de la sociedad en su conjunto, de la cual la Facultad es sólo un botón) de ponernos en contacto. Hagámoslo por los medios que cité en correos anteriores, o vía la UAQamaya, o en persona, si así lo permiten.
No nos fragmentemos, no nos alienemeos. No permitamos que el hecho de no ser “expertos” (desde el punto de vista positivista) en determinados temas nos enmudezca y evite que generemos y expresemos opiniones. Si para buscar el cambio se necesitaran sólo expertos, jamás hubieran avanzado las ciencias que se basan en el método experimental (alguien experto no experimenta... sabe. Pero ¿cómo llegó ahí sino mediante la experimentación?).
Espero haya personas (de cualquier corriente ideológico, postura teórico, enfoque metodológico, diversidad cultural, étnica, económica, etc.) que nos puedan acompañar en la creación de espacios de expresión, de difusión y de búsqueda de espacios para construir el conocimiento colectivo.
Bienvenid@s
[i] Lic. En Psicología Clínica Fernando José Nieto Reynaldos. Escribo estas líneas como particular, sin ninguna adscripción ni cargo en la Facultad de Psicología. Contacto: http://lauaqamaya.blogspot.com,
[ii] Martin Niemöller. Para mayor información y reflexión, les recomiendo un artículo en la jornada: http://www.jornada.unam.mx/2006/10/19/052o1soc.php